Ciento cuarenta y nueve
El tiempo se suspende.
Se cancelan los abrazos y los besos. Los saludos de mano. Las sonrisas se esconden.
Nos quedan sólo los ojos, que nerviosos cruzan la mirada de los otros.
Hay que volver al hogar. Encerrarnos, que eso es lo que hacemos a diario: encerrarnos en nuestro rumiar. Tal vez allí, a la sombra del calor y de la calma virulenta que apesta a muerte, hallemos a los que teníamos perdidos: a los hermanos y a los padres. Ellos, que también están afuera, y que tantas veces pasamos de largo, también volvieron a sus casas. Ojalá los encontremos en el camino.
"...aquí nos toco vivir, en la región más transparente del aire."
- La región más transparente (Carlos Fuentes)