El título suena un poco grave. Y si no grave, cuando menos deja un saborcillo nihilista. Eso me gusta, aunque no es por eso que lo escogí. Los motivos de la elección del mismo van más allá de lo que puedo comprender, pero al menos estoy seguro de que es mío, y no lo leí en algún lado. Es fundamental que esto último quede claro, porque a veces me da la impresión de que todo lo saco de algún lado (albureros, absténganse) y, bueno, de que nada de lo que digo o escribo es realmente original.
Posiblemente ese sea el motivo de que haya empezado con este proyecto. Posiblemente no. De todas formas, el título se queda por el momento, y el autor, también.
Supongo que podría hablar más de mí, pero quisiera dejar algo para escribir después. Además, para eso está mi perfil. Finalmente, para cerrar este nada sustancioso y menos emocionante post inaugural, quisiera terminar con una frase-anécdota que vino a mi mente cuando menos la buscaba, y creo que diciendo poco, dice mucho:
Una vez, al preguntarle un periodista a Federico García Lorca porqué escribía, él le respondió:
- "Escribo para que me quieran"
Maldito infeliz. Eso es lo que separa a los poetas de los hombres.